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En
uno de los últimos ensayos con la orquesta, estábamos interpretando una
pieza en la que, en uno de sus pasajes, una melodía ocupaba el espacio
sonoro con una contramelodía en alternancia de planos sonoros.
En esto el Director interrumpe el ensayo del pasaje y comenta con una sonrisa, “aquí hay un choque de Egos”.
Nos quedamos sorprendidos por el comentario y acto seguido se explicó,
en el momento de la interrupción ambos instrumentos estaban ocupando el
protagonismo del plano sonoro en vez de haber bajado uno de ellos para
dejar espacio al otro instrumentista, en consecuencia al ocupar las dos
melodías el mismo plano, se había producido un choque sonoro
desvirtuandose por completo el sentido del pasaje.
Esto
mismo lo podemos observar en las bandas de Rock, a veces un instrumento
destaca en demasía del resto, una guitarra rítmica que sobresale sobre
la que hace los riff, una batería que tapa literalmente a la banda.
Decimos entonces que no están bien sonorizados, hay una descompensación.
Pero, ¿y en la vida cotidiana?. Trabajamos en equipo,
cada vez se propicia más la colaboración entre emprendedores y
empresas, en el que cada cual tiene su papel y función y produciendose
alternancias de liderazgo dependiendo de la fase del proyecto en el que
estemos embarcados, por lo que, unas veces lideramos y otras ocupamos un
segundo plano dando el testigo a otro compañero diferente.
Sin embargo cuando no se establece esa alternancia surgen los problemas, el equipo no funciona y el proyecto se resiente.
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El
factor común en todos los casos es el proyecto alrededor del cual se
aglutina el equipo, musical o profesional y es por tanto ese el objetivo
final al que el colectivo se debe por encima de individualidades, por
tanto hay que saber llevar el timón del proyecto, pero también hay que
ser un buen gregario para apoyar al que lidera en ese momento.
Es
común o por lo menos no tan infrecuente como se desearía que un
coordinador de equipo exija por encima de sus posibilidades,
desmotivando e incluso llegando a un trato poco correcto e inadecuado.
O
componentes del equipo que al sentirse en una posición de avanzadilla
en ese momento pretende imponer sus criterios sin contar con el consenso
de todo el equipo de trabajo.
En primer lugar no es prudente exigir lo que uno mismo no es capaz de
ejecutar. En estos casos siempre me acuerdo de la frase “ser cocinero
antes que fraile”, implica que debes de conocer la tarea que encomiendas
por lo menos con un nivel de detalle que te permita ejecutar tu mismo
la misma, aunque no sea con la celeridad del especialista al que la
encomiendas.
Por
otro lado, perder los estribos e intentar mantener el liderazgo a base
de presiones y ataques es un sintoma inequivoco, de precisamente, falta
del mismo.
Admiro
a los líderes que son capaces establecer las tareas de control sin
apenas levantar la voz y con un trato exquisito, manteniendo siempre la
distancia justa para evitar caer en el “colegueo” pero sabiendo crear el
clima adecuado para que el diálogo fluya. Todos los miembros de un
equipo deben de tener presente que componen un engranaje con un objetivo
concreto y cuanto más fluida sea la comunicación y la coordinación
entre ellos, más sencillo será abordar las dificultades propias de
cualquier proyecto.
Resumiendo,
el éxito del proyecto redunda a la postre en el éxito del equipo y en
consecuencia al enriquecimiento personal y profesional de los que lo
componen, no somos máquinas, somos personas con todo lo que eso
conlleva, ser consciente de ello y ejecutar el papel encomendado en el
grupo evitará el comentario que ha propiciado este artículo, un
grandioso y fortísimo “choque de Egos”.