domingo, 28 de abril de 2013

El poder de una red social

Dolar
El 23 de Abril de 2013, alrededor de la siete de la tarde saltaba una noticia que convulsionaba a la ya de por sí convulsa opinión pública actual.

La Casa Blanca había sufrido un atentado y el presidente Obama resultaba herido como consecuencia de las dos explosiones que se habían producido en el mismo.

Esta noticia corrió como reguero de pólvora y si además añadimos que ya la opinión pública estaba bastante sensibilizada con los sucesos ocurridos en la Maratón de Boston, el terreno era propicio para que una noticia de este calibre afectase de modo intenso en la actividad y vida a nivel mundial.

El efecto inmediato fue un desplome de la bolsa de Nueva York, cayendo el índice Dow Jones en 150 puntos durante unos minutos, suficientes para ver como el gráfico de la bolsa Neoyorquina sufría semejante fluctuación. 

Pocos minutos después la noticia era desmentida y las aguas volvían a su cauce, pero lo novedoso de todo este hecho es que dicha noticia se había producido a través del twitter de la prestigiosa agencia de noticias Associated Press.

La cuenta de twitter de la agencia de noticias habia sido hackeada y desde ella se habia lanzado cual misil teledirigido el tweet con la noticia del atentado.

Este hecho me hizo pensar en dos cuestiones:

- Por un lado la vulnerabilidad de las redes sociales, y no solo por el hecho de que puedan hackearte la cuenta, sino por la repercusión que puede tener cualquier contenido en la red dirigido y manipulado con fines aviesos en tu propio nombre. En este caso, ¿fines especulativos?. ¿Búsqueda de inestabilidad?. Cada cual que busque su propia razón.

- Por otro y ese es en mi opinión el más serio, es la repercusión que cualquier contenido publicado a través de una red social puede generar en la vida actual.


Es evidente que las redes sociales no son una moda pasajera, ni un divertimento fútil, muy al contrario hemos podido observar cómo un contenido difundido a través de ellas, ha sido capaz durante unos minutos de provocar el pánico financiero en el parqué más afamado del mundo. 

Las redes están presentes en nuestras vidas y la información que percibimos a través de ellas en muchos casos las damos, con carácter inmediato, un valor de veracidad que seguramente a un medio informativo más tradicional no le otorgamos sin haber contrastado antes la información.

Se lleva tiempo hablando del poder de las redes sociales, pero en este caso concreto se ha visto de modo palpable; estamos ante un medio de comunicación potente y con gran capacidad de penetración en la opinión pública, con un nivel de propagación de la noticia casi instantáneo, medio que a mi juicio debe de ser gestionado por profesionales ya que los efectos que un contenido puede provocar según el modo y forma en el que se comunique pueden ser inmediatos y según que casos impredecibles.

Quedan por tanto asuntos por resolver, mejorar cada vez más la seguridad de las redes y sobre todo tener presente una máxima que debería de ser dogma en el momento en el que ponemos un pie en las redes sociales.

Toda información debe de ser contrastada y acudir a las fuentes originales de la misma para darle el crédito que se merece.

Se dice fácil pero no lo es, y si no que se lo pregunten a los miles de bulos (“hoax”) que circulan por ahí.




domingo, 14 de abril de 2013

Competente vs incompetente. Combatiendo a Peter


ejecutivo ascendiendo
Un tema recurrente en nuestra sociedad, y más en estos días en los que los problemas existentes a nivel mundial, hacen que analicemos con lupa las acciones de los personajes en situación de poder y puestos de dirección, es la mención de la incompetencia manifiesta de tal o cual persona en un determinado puesto de gestión.

Hace poco en una reunión informal surgió de nuevo el vocablo y a mi memoria me vino un principio que a lo largo de mi vida he escuchado de manera constante, el principio de Peter.

Laurence J. Peter fué un pedagogo del siglo XX que se hizo famoso por su principio de incompetencia basado en el estudio de las jerarquías en las sociedades modernas.

Básicamente el planteamiento de su principio, enunciado en 1969, es el siguiente:

“En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse.”

Y como corolario del mismo, deduce los dos siguientes:

  • Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.
  • El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han alcanzado todavía su nivel de incompetencia.
Hasta aquí su planteamiento, y como estamos hablando de competencia frente a incompetencia, bueno es traer a colación la definición que la Real Academia Española de la lengua hace sobre el término competencia.:


“Pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”.

Vivimos en una sociedad jerarquizada, en la cual a medida que asciendes en responsabilidad y cargo vas mejorando en perspectiva, tienes mejor visión de conjunto, al mismo tiempo que pierdes detalle referente a los procesos ordinarios sobre los cuales se basa tu gestión; si leemos el principio tal cual esta enunciado, la conclusión inmediata es que no debemos de buscar el ascenso ya que en ese proceso en algún momento dejaremos de ser competentes y por tanto es mejor no evolucionar, esto es inmovilismo.

Una persona puede ser perfectamente apta en un puesto y sin embargo al ascender a un puesto de coordinación, sentir que fracasa o que se siente incompetente para dicha función.

Por otro lado cuando se asciende a esa persona, puede encontrarse con la situación de que sus compañeros al ascender, ya no le consideren su igual; pero por otro lado, no le consideren jefe o coordinador de su equipo obligando a una situación de tensión donde antes no la había.

¿Es por tanto esa persona incompetente, o por el contrario no dispone de los medios necesarios para ejercer dicha competencia?.

En primer lugar puede ser incompetente por que su perfil no es el adecuado al puesto que se le ha asignado, en ese caso la decisión que tomaron al ascenderle no es correcta; pero eso no significa que su valía profesional manifestada con acierto hasta ese momento haya disminuido.

Tambien puede darse el caso, mediante el cual se le otorga responsabilidad frente al equipo, pero no se especifica claramente esa decisión en el organigrama departamental de la empresa generando que el resto del equipo no entienda su nueva función, a pesar de estar capacitado para ello.



Por contra puede ser una persona adecuada al puesto pero se acomoda en él, lo que en lenguaje coloquial decimos “agarrarse a la poltrona”, basarse en técnicas de organización y mando no adecuadas, y sobre todo perder el estímulo de seguir ampliando y mejorando profesionalmente, dejando de lado esa  formación continua  que necesitamos para afrontar los retos que se nos vayan presentando.

En definitiva, el principio de Peter no es un dogma que debamos tomar al pie de la letra, sobre todo:

  •  Si nos empezamos a alejar del concepto tradicional jefe - subordinado.
  • Si hablamos de equipos de trabajo coordinados, en los cuales cada componente del mismo tenga su función y que el objetivo fundamental sea el proyecto encomendado.
  •  Si somos conscientes de estar siempre en disposición de aprender y de prepararnos para la tarea que se nos encomiende, no dejandonos llevar por la ambición de poder que pueda derivarse de dicha función.
Todo ello permitirá que el famoso principio no sea una máxima en la sociedad actual.



Y para terminar me gustaría destacar un párrafo, del artículo de Ana Alonso, el principio de Peter con el que finaliza la autora, haciendo mención a una reformulación de dicho principio por parte de José Medina en su libro “Dirige tu carrera, no dejes que otros decidan por ti”:

“Todo profesional asciende en la empresa y, si tiene talento, cambia antes de estancarse y de alcanzar su nivel de incompetencia”.


domingo, 7 de abril de 2013

El sexto sentido del consumidor

Sacos de oro
Recuerdo cuando crío, la fascinación que me provocaba el dinero como elemento para adquirir productos, como en casa el dinero entraba a primeros y la forma en la que mi madre se organizaba para los gastos del mes.

En aquella época pensaba que para tener dinero sólo había que ir al banco y pedirlo y que si hacían falta billetes, el gobierno de turno no tenia mas que poner a funcionar esa misteriosa maquina de fabricar billetes y ¡ya estaba! había dinero.

Afortunadamente también, mi padre me fue enseñando que un país no podía emitir por encima del valor de las reservas que tuviese en oro y bienes que disponía, ya que eso supondría devaluar el valor de la moneda y dejarlo en "papel mojado", y sobre todo que para ganar dinero había que trabajar y ofrecer algo a cambio de esos billetes que mágicamente para mí, llegaban a casa a primeros de cada mes.

En definitiva aprendí que obtener un producto, ponerlo en el mercado tenía un coste mas o menos abultado en función de la cadena que sigue desde la materia prima hasta convertirse en producto terminado y que por tanto después de aplicar el margen comercial correspondiente termina teniendo un precio de venta, que despues sería fluctuante en función de la oferta y demanda del momento.

El valor monetario en términos absolutos de un producto es, en sí mismo, relativo ya que lo que para unos puede ser barato para otros puede ser escandalosamente caro y para ello voy con un par de ejemplos.

Hace unos días una empresa de mensajería móvil, lanzó la idea de cobrar por su servicio una cifra de aproximadamente 80 céntimos anuales por el uso de su plataforma. El "tsunami" de comentarios que provocó esta comunicación fue de tal magnitud que corrieron ríos de tinta por las redes, con opiniones de todos los colores y sabores a favor y en contra de la medida, lo que provocó que el fabricante cambiase su estrategia y paralizase dicha acción, al menos por el momento.

El comentario de los que estaban a favor era la del precio tan bajo, realmente 80 céntimos al año por el servicio no era un descalabro, otros por el contrario esgrimían la poca seguridad del servicio y la existencia de otras alternativas a dicho servicio, gratuitas aunque con servicios llamemosles "premium" con coste añadido.

Veamos el caso contrario, en una ponencia sobre Social Media en la que se trataba temas de accesibilidad, Jesus Alvarez del Amo del Grupo Fundosa, comentaba las razones por las cuales él había comprado un teléfono móvil sin que el precio fuese un factor decisivo en la compra. El dispositivo en cuestion está en el orden de los 650 euros en el mercado y en este enlace podemos ver las razones de dicha compra en el contexto en el cual las comentó.

¿Que ocurre por tanto en el consumidor?. ¿Cual es el sentido que nuestro consumidor aplica para elegir un producto y no otro?. ¿Por qué un servicio o producto es caro o barato a nuestros ojos?.

Evidentemente compramos en muchas ocasiones guiados por nuestros sentidos sensoriales; tocamos, vemos, gustamos, olemos el producto según sea el caso, incluso compramos por impulso en el último momento para darnos una sensación de satisfacción a nosotros mismos, lo que denominamos darnos un capricho y esa compra por impulso totalmente irracional y básica, permite que el precio a nuestros ojos sea secundario.

Sin embargo, cuando estamos delante de una compra totalmente reflexiva, en la que nuestros sentidos no tienen una influencia primordial en la decisión final, ¿cual es el indicador que nos hace evaluar el precio y el valor del producto?.

La sensación de usabilidad y de sentir que cubre lo que buscamos, saber que adquirimos ese servicio o ese producto porque pensamos y sentimos que nos va a ser útil y que por tanto la percepción usabilidad frente a precio es adecuada y apta a nuestras expectativas.

Como vemos es un sentido totalmente subjetivo y que no estamos en disposición a controlar a priori, la decisión final de compra no está en nuestras manos sino en las de nuestro consumidor.

Este sentido por tanto se alía con los sensoriales y es el que da sentido a la compra apoyado en el resto de sentidos corpóreos, trabajarle y saber enfocar nuestro discurso y estrategia de venta para satisfacer lo que el sexto sentido de nuestro consumidor desea y espera, es lo que puede marcar la diferencia con nuestra competencia.

Fábrica

Podemos ofrecer un producto exquisito, que nos cueste producir, al que dotemos de la máxima de calidad posible, a un precio adecuado según costes, que si no somos capaces de entender y satisfacer el sexto sentido de nuestro cliente, será un producto o servicio más a exponer en nuestra vitrina de artilugios que prometían pero que nunca llegaron a cuajar.

En resumen convénceme de tu producto, trabájame mi sexto sentido, alíate conmigo para cubrir mis expectativas de consumo pero no me vendas, porque al final seré yo quien decida comprar. ¿Y tú, tienes presente el sexto sentido en tus acciones de venta?.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...